De León a León

El periodista y locutor Miguel Caamaño nos ofrece un relato privilegiado sobre el precursor Jota Mayúscula, con la resaca emocional que el hip hop brindó al dj en su homenaje

Jota Mayúscula

JOTA MAYÚSCULA, Como quien no quiere la cosa, pero la desea.

“Hablas mucho, Caamaño”… eso fue lo que me dijo Jota al poco de conocerme en aquel estudio de la calle Valverde. Me hizo pensar y aprendí poco a poco de aquel hombre que hacía y creaba, sin detenerse demasiado en florituras… Entraba en ese trance artístico sin que te dieras cuenta y su estudio parecía como la casa de Bob Marley, allí todo el mundo era bienvenid@ y cualquiera con arrojo podía soltarse unas rimas o unas estrofas. Y él, cómo no, tenía el botón de Rec siempre preparado, fuera la hora que fuese.

Eso es lo que recuerdo de aquellos días en el Madrid canalla, en la noche de las 100 Mahou que le regalaron Pacool y Nafri o en aquel día en el que le vi más sonriente de lo habitual y me dijo que pusiera algo de “merenguito” para bailar con su mujer en aquel garito de la calle Barquillo. Me vienen muchos recuerdos… como cuando le pedí un micro y se desvivió en llevármelo a la Terraza Atenas, o como cuando me visitó a la radio y estuvo cercano y por momentos socarrón. 

Caamaño, Frank T y Jota Mayúscula en Radio 3

Personalmente, creo que este cabrón no sabía que estaba haciendo historia, porque en realidad él todo lo que hacía lo hacía por amor a la música, espoleado por esa inquietud de descubrir a esos nuev@s chaval@s que consiguieran ponerle la piel de gallina con ese fraseo. Así era Jota, inquieto, hospitalario, sin aspavientos, pero rebelde… auténtico y nada ambicioso… él solo quería vivir de lo que le apasionaba y hacer el bien a quien le rodeaba.

Ayer miramos al cielo y pudimos incluso escucharle seguir el ritmo con su cabeza, esa cabeza que tantos grandes planes albergó y que tantas buenas horas de música nos dio. Su imagen, rompedora, empezó a abrir paso a la afrodescendencia con naturalidad, pero al mismo tiempo con fortaleza… nadie sabía de dónde venía ese hombre negro, salvo quienes sabíamos que había cimentado la leyenda mucho antes con aquel Club de los Poetas Violentos.

Jota Mayúscula estará en los parques, en los bajos, en los bombos y en los sintes, en las calles, en ese “chino” a punto de cerrar, en esa lealtad que se escribe con mayúscula, en ese Madrid abierto, tolerante, donde da igual si te encuentras con tu ex porque siempre te unirá con ella aquella vez que escuchaste a Jota en la radio, en el club, en los vinilos o en tu corazón. Gracias, Jesu, por hacernos mejores personas, para así no detenernos en nada más que en lo que realmente importa. Eso sí, hoy déjame que hable mucho, pero por ti y por tu imborrable legado. Te mereces no solo eso, te mereces la inmortalidad. De eso nos ocupamos nosotr@s.

Miguel Caamaño

@leonbonvivant77

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