Me reconozco impulsivo cuando descubro materia sensible para mis sentidos, y ello supone cierta carga subjetiva que impide “aceptar” alternancias, nuevas opciones o cambios. Absurdo, desde luego, porque cualquier creador está necesariamente influenciado por lo que vive. En lo que a música se refiere, me cuesta- por ejemplo- aceptar algunas versiones o covers de temas imprescindibles paras mí, aunque no dejo de reconocer que, en ocasiones, la versión supera al original. Me enamoré de Lizz Wright con Salt (2003)- reconozco que aún suelo escuchar “Open your eyes, you can fly”, un tema difícil de superar en todos los sentidos- . Con Dreaming Wide Awake (2005) mantuvo su planteamiento en una producción similar, pero en 2008 lanzó The Orchard y me enfrié como aficionado. Demasiada distancia estilística. En 2010 grabó y editó Fellowship, un disco más espiritual- si cabe- que los anteriores. Con Freedom & Surrender (2016) reconozco a una vocalista mas jazzie, profundamente aferrada a sus raíces, en una producción mas diversa. Reconforta encontrarla a dúo con Gregory Porter en “Right where you are”, entre otras. Como interesante e íntima es la versión de “River Man” (Drake), envuelta en soul- jazz. Claro que podemos encontramos su toque folk en “Somewhere down the mystic”. Lizz madura como artista y vuelve sobre sus pasos reclamando un espacio propio que bien merece. Freedom & Surrender es una producción de Larry Klein muy recomendable. César Cid.