Resulta que tras dos escuchas, en dos semanas de distancia, aún no sé si corresponde imponer una opinión personal sobre un disco, especialmente cuando el artista es un amigo. Además imagino que mi opinión cuenta poco, sabedor de la seguridad abrumadora del mismo, al respecto de su música. No voy a balancearme al respecto de bondades o miserias de este disco. Prefiero afirmar que sigo sorprendido por su producción y admirado por la personalidad del citado, por cierto, reconocido productor y maestro de emeces en España. Impacta comprobar que estilo personal, rabia y honestidad se den la mano, en un género que ha hecho del ego su bandera. Zarman remata su trayectoria con un disco diverso y ingeniosamente puro, en lo que a rap se refiere. Dueño de una tesitura original, impropia del rap, no finge ser malote ni soberbio. No le hace falta. Vomita autenticidad y desmantela con palabras el reino de algunos que, tras unos años de presencia en la escena, presumen de rehacer las bases. Rap sin tonterías ni adornos. One revela la cultura musical del artista y su bagaje histórico. De autenticidad ni hablamos, él lo expresa con contundencia e ironía. Es lícito reconocer su talante, a la hora de elegir producciones de otros, eso sí, talentosos y más que reconocidos: Sr. Tcee, Roberto Vendetta, Neo Lost, Sone o Kaiser XL. Breakbeat de altos vuelos, con guiños al soul (regustos imperiales), al drum ‘n’ bass y a su excelente imaginación. Ha invitado a la mesa a gourmets como Elphomega, El Santo, Lírico, Kultama y Leeah, entre otros. Por cierto, no te engañes con la imagen de la contraportada, es una ilusión. A este kreyente no le crucifica nadie. Roberto, ¿te he dicho cuánto me gusta “Creo”?
César Cid