No creo en los premios. Amañados o no, sólo aportan alimento para el ego. Me parece más sano que, hagas lo que hagas, sea tu criterio y el de quienes te siguen (de verdad) lo que marque tu trayectoria. Ni en los homenajes, especialmente los post mortem. Prefiero compartir admiración, respeto y cariño personalmente, sin adulación alguna, y cuando me parece oportuno- como ahora- compartirlo con los demás. A estas alturas ya sabes que escribo sobre Miguel Caamaño. Y lo hago porque me parece un ejercicio de honestidad y una deuda sincera con su persona.
Miguel ha crecido entre vinilos, cedeses, hojas de promo, artistas y algún jefe que otro. Y puedo afirmar mi admiración profunda porque ha trabajado su sueño con mucho esfuerzo, mucho más que lo que tú lector puedas imaginar. Melómano aguerrido, periodista de raza y persona humilde. Condiciones éstas poco frecuentes en tal combinación. Siempre he pensado que el gesto más sabio es el silencio, cuando el ruido de voces enturbia la vida. Esto lo borda Miguel, ante un set de Dj, en un estadio a reventar como speaker man, presentando un evento gastronómico o sentado ante su micro de RNE, su pasión excelsa. Radiofonista clásico (entiéndaseme) en cuanto a estilo, porque cuida su registro en cada caso como el primer día y prepara cualquier intervención como la única. Tras su completa formación picó allá donde lo dejaron y rascó lo necesario para aprender y desaprender de unos y de otros. Y no ha parado. Vivimos su etapa más salvaje (15 largos años) con “Alma de León”, programa de referencia, no solo en España, sobre Reggae y disciplinas afines.
Merecido esfuerzo que hoy se expresa en “Black Vibes”, un espacio nuevo que dirige y presenta en directo la noche de los sábados (Radio 3. 01.00), contenedor de toda expresión artística vinculada al origen africano en cualquiera de sus movimientos históricos, sin abandonar los jamaicanos, claro está. Y como redactor adscrito a Radio 1, participa a diario en programas de actualidad como el recién estrenado por Lourdes Maldonado para las tardes de RNE.
Y todo esto, ¿para qué? Simplemente para agradecerle su empeño personal por difundir las músicas de raíz y darle la enhorabuena por todas las novedades.
Gracias Miguel. Cada esfuerzo tiene su recompensa. Los tuyos se han transformado en buenas ideas y alimento para el alma. No te deseo suerte porque no creo en ella y no la necesitas. El azar es sólo azar. Las respuestas, los reconocimientos y los resultados confirman el talento y el buen hacer. Nunca nos prives de tus pasiones. Gracias.
César Cid